
Hay una cierta voz, viniendo de algún lugar. No puedes confundirla: es mansa y agradable, compasiva y consoladora. Casi no hay nadie que no la haya escuchado alguna vez: “¡Pon un fin a todo!…”
“…Así estarás libre de toda tu miseria. Es tu única salida. La vida te ha decepcionado y no te dio lo que prometió. De cualquier manera no puedes cambiar las cosas. Realmente trataste de sacar el máximo a la vida y divertirte – ¿y el resultado? Tedio, un profundo vacío, desesperanza y aflicción. Te sientes destruido de cuerpo y alma. ¡Acaba con todo! Así finalmente encontrarás paz y quietud.”
Pero, ¿y si hubiera una vida después de la muerte? ¿Y si continuaras viviendo, sólo que en un mundo diferente? Allí estarías en una situación peor que antes. Porque Dios a quien estás evadiendo, tratando de huir de la miseria que te trajeron tus pecados está vivo. Y nadie puede escapar de su Creador.
Nadie puede esconderse con sus pecados y su pasado de culpa de Aquel que es el Juez de la humanidad. Él es quien te dio la vida y quien te la pedirá. Si desperdicias tu vida, sabes que se la estás sirviendo en bandeja a tu enemigo, el gobernador del reino de la muerte. Por esta razón, sé consciente de esto: el príncipe del infierno y de la muerte, torturará a aquellos que han hecho un pacto con él por la decisión de quitarse sus vidas.
La voz que hablaba tan serenamente era la voz del mentiroso, Satanás. Sonaba compasivo, pero en realidad él fue despiadadamente cruel, porque su intención era llevarte al tormento eterno. Aunque desees la misma muerte, no te dará lo que estás buscando. Seguirás viviendo después de la muerte, pero el dolor y la agonía serán mil veces mayor. Las aflicciones y cargas de las que quieres librarte –pero que deberías estar soportando como consecuencias de tus pecados –, caerán encima de ti, pues nadie puede escapar de Dios y de Su veredicto.
Por tanto, no inclines tu corazón a la muerte y por consiguiente a aquel que es el príncipe de ésta. En vez de esto, vuélvete a Aquel que se llama “la Vida”, y Éste es Jesucristo, el Príncipe de la Vida.
En Él tú encontrarás el descanso y la paz tan anhelados – la paz que la muerte jamás podría darte. Jesús, el Príncipe de la Vida, te está extendiendo hoy Su mano. Él quiere salvarte. Él te sacará de las profundidades de tu aflicción, porque tiene el poder para perdonar tus pecados y borrarlos mediante Su preciosa sangre. Su corazón late por ti, Él te ama y te dice:
No morirás, ¡sino que vivirás! Vivirás en unión conmigo – ¡vivirás por Mí! Tendrás una vida que realmente vale la pena vivir. Una vida llena de gozo. Una vida con un sentido verdadero.
Por eso Jesús descendió a la tierra, y hoy está frente a ti, diciendo:
He aquí Yo hago nuevas
todas las cosas –
Sí, ¡a ti también!