CANAÁN – Una tierra de los milagros de Dios
Después de la construcción de la Capilla y Casa Matriz de las ruinas de la guerra, Dios dijo al corazón de la Madre Basilea que Su deseo es que se manifieste un anticipo del “reino de los cielos”, donde haya paz y reconciliación, donde Él pueda manifestar Su amor y las personas vivan según Sus palabras y promesas.
Para que esto llegue a ser realidad, El quiso dar un terreno más amplio, un “Canaán”, una tierra prometida por Dios. Pero, ¿cómo conseguirlo? Ante tremendos obstáculos, la conquista empezó por medio de la oración de confianza en Sus promesas y acompañada de un continuo arrepentimiento, fuente de un creciente y permanente amor por Jesús. La historia de “Canaán” (relatada en el libro “Realidades”) ayuda a las personas de hoy a confiar nuevamente en Aquel para quien nada es imposible (Lucas 1:37) y a saber que “El Señor es bondadoso y compasivo” (Salmo 103:8).
El terreno hoy contiene casas, jardines, un “lago de Galilea”, un “río Jordán”, un “monte Tabor”, todo para transmitir a nuestros corazones el mensaje y vida de Jesús.
Actualmente, los visitantes vienen ya sea de lejos o de cerca, también para adorar en la “Capilla del Llamado de Jesús”. Para Año Nuevo, Semana Santa, y a lo largo de todo el verano, hacemos celebraciones con diferentes temas espirituales, con cantos, oración y proclamación de la Palabra de Dios.
El Jardín de Oración
Un pedazo especial del terreno de Canaán fue reservado para hacer un jardín de oración con relieves esculpidos, que nos traen de cerca los sufrimientos de Jesús en su camino desde Getsemaní al Calvario. Madre Basilea lo expresa así:
De ninguna otra forma se revela el amor de Dios de una manera tan poderosa como en los sufrimientos de Jesús.
Cuando Jesús es retratado aquí como el Varón de Dolores, es para ayudarnos a entender cuán terriblemente Él sufrió, luego para surgir como Vencedor sobre el pecado y satanás, a través de Su Resurrección.
Su amor es el poder más fuerte y triunfante, el cual puede y quiere ayudarnos a todos en cualquier aflicción. Sí, ¡el Señor realmente resucitó y está en medio nuestro como el amor que vence todo!
Jesús, a Ti te he elegido,
Hablaré contigo y por Ti trabajaré.
Quiero pensar, considerar y tomar todas mis decisiones contigo.
No quiero hacer nada sin Ti.
Úneme fuertemente a Tí,
para que viva constantemente en Tu santa presencia.